jueves, 5 de marzo de 2009

El valor del tiempo

Perdón por la tardanza en actualizar las entradas, pero la prisa, la montaña de cosas por hacer.,etc., me han impedido acercarme al blog. No la falta de temas, que hay muchos estas semanas. Podríamos hablar de las elecciones en Galicia y el País Vasco, cuyos resultados dan para reflexionar. Pero hoy no quiero hablar de eso. Podríamos hablar de la economía, que es la fuente de muchos dolores de cabeza diarios, pero no sólo ahora, siempre lo ha sido. Según los ministros del ramo, la cosa está muy negra. Pero tampoco quiero hablar de eso hoy. Realmente, sobre lo que quiero hablar hoy es sobre un libro. Después de haberlo esperado mucho - mi librero se toma su tiempo…- por fin ha llegado a mis manos. El título es Elogio de la lentitud , de Carl Honoré. Seguramente alguno habrá oído hablar de él. ¿De qué trata el libro? Pues ni mas ni menos que del tiempo. Debo confesar que aún no lo terminé, aunque lo llevo bastante adelantado, pero eso no es obstáculo para reflexionar aquí sobre el tema.

Los tiempos que nos han tocado vivir son de prisa y aceleración, de correr de un lado para otro, de hacer muchas cosas al mismo tiempo. Si nos fijamos en la publicidad, nos daremos cuenta cómo constantemente nos están vendiendo tiempo para hacer más cosas. Compre este producto de limpieza, con una pasada todo quedará limpio y usted podrá dedicarse a tocar el piano. A veces se ve una casa maravillosa, perfectamente limpia y brillante, mientras la señora con un solo dedo pone en marcha una máquina y después se va al jardín a hacer yoga. El tiempo se ha mercantilizado de una manera extraordinaria. Sólo se le considera provechoso si se puede contabilizar en términos de valor económico. La vida de las personas del siglo XXI es una constante carrera, y además presumimos de ello. Decir que esta mañana estuve en una reunión en Madrid y ahora estoy cenando en Badajoz con unos clientes mientras hablo por el móvil con un chino que me quiere comprar algo, es el colmo de lo moderno. Pero en este libro nos hacen reflexionar sobre el error de este pensamiento. El estrés, las drogas para aguantar el tipo, la comida rápida, etc., minan la salud. Pero sobre todo estamos perdiendo lo más importante, estamos perdiendo la vida. No hay tiempo para la familia, no hay tiempo para los amigos, no hay tiempo para uno mismo, si, para uno mismo tampoco. Estoy completamente de acuerdo en que hay que acabar con el culto a la velocidad, a la prisa y al concepto del tiempo mercantilista. No puedo soportar ésa coletilla del “¡venga…!” que te arrean algunos cuando hablas por teléfono. Es como el latigazo que se le arreaba a las mulas para que fueran más rápido. Por todo ello les recomiendo que lean el libro y reflexionen . Ya es bastante con que cada cual tenga que vender ocho horas de su tiempo para ganarse los garbanzos, pero el resto, no, por favor. Vayamos despacio.
Les dejo dos citas para reflexionar. Ya en tiempos pretéritos se quejaban de la prisa, ¿ qué no diría Plauto si levantara la cabeza hoy?

“¡Los dioses confundan al primer hombre que descubrió
la manera de distinguir las horas, y confundan también
a quien en este lugar colocó un reloj de sol
para cortar y destrozar tan horriblemente mis días
en fragmentos pequeños!
Plauto 200 a.C.

“Nuestros pensamientos, sentimientos y amores son un torbellino. Por todas partes, la vida se precipita de una manera demencial, como una carga de caballería...Todo cuanto rodea al hombre salta, danza, galopa en un movimiento que no se corresponde con el suyo propio”
Octave Mirabeau, 1908